Cecilia Arditto Delsoglio

de bueyes perdidos

Todo lo que no

[gtranslate]Parafraseando a Abel… Como decía en el post anterior, es difícil hacer música de una fórmula. Me quede pensando en el por qué del no y me vino un pensamiento creo interesante para compartir.

Uno de los problemas de la música es cuando responde a una sola lógica. Una pieza que está basada en una única idea es como un microorganismo construido a partir de un solo rasgo. Creo que para seguir con el razonamiento de las fórmulas, una pieza de música debe tener más de una lógica, más de una razón de ser. Pero tampoco muchas, sino se vuelve incomprensible.
La combinación de esas distintas lógicas es lo que hace a la pieza un organismo vivo y único.

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Mi Mimí

[gtranslate]Algunos comentarios sobre la Misa Mi-Mi de Ockeghem extraídos del libro Music in the Renaissance de Gustave Reese (traducción a la criolla).

La obra no tiene énfasis en la imitación, la simetría o el contraste, aunque tampoco carece de ellos. Los intentos exteriores de darle forma a la composición musical son secundarios. La importancia está en la construcción en si misma. Las líneas melódicas individuales son amplias, intensas, casi improvisadas.

Nacida en los 60, siempre me pareció que la época que nos toca vivir es conservadora y cuadrada. El mundo moderno es simétrico, explicado, ordenado, intenta ser lógico. Todo tiende a la simplicidad y a la uniformidad. Las opciones en apariencia son infinitas, pero en Europa todo el mundo tiene los mismos muebles, todo el mundo usa la misma ropa y come casi exactamente lo mismo.

La música es parte de esta gran tienda virtual. Hay pocas cosas que nos emocionen, nos sorprendan, nos cambien la vida. Todo tiende a conservar la vida tal cual es. El verbo conservar está en su esplendor.
La música siempre fue importante porque es una ventana, un indicador sensible de todo lo que pasa. No es un decorado ni “fun”. Es un catalizador social. Si la música es un decorado, es porque el resto de lo que pasa alrededor de ella es superficial. La música no deja de ser un reflejo incondicional e ineludible de lo que sucede a nivel social. La música es un espejo sensible que refleja el mundo a la perfección. Que no me guste el resultado no significa que no sea eficaz.

Mantener el status quo, los festivales, los ensambles obsoletos, la híper-complejidad ingenua, no es una actitud política muy diferente de la que sostiene sistemas financieros y bancos. Todos aportamos nuestro grano de arena. Sí, nos están estafando y lo seguimos alimentando, depositando nuestro dinero y nuestras corcheas en un sistema cuadrado, exprimido.

Y seguimos creyendo porque es más fácil…

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En mi barrio no pasa naranja…

[gtranslate]Me encantan las máquinas, el mundo mecánico y análogo en todas sus variantes. Me emocionan los ventiladores y el molinillo del café. Me gusta la tele en sí misma, aunque esté apagada.
Me pierdo en una búsqueda literal de objetos en los mercados (reales y virtuales) y debo decir que desarrollé una habilidad especial para acumular bartulerío (¡el gen argentino!). Miro mi preciosa colección en mi estudio en Diemen y pienso en la conexión entre la búsqueda de objetos físicos y la búsqueda de materiales/lógicas sonoros.

Para nosotros, los compositores nacidos en pleno siglo veinti, el tema de los mercados de técnicas musicales, es, la mayoría de las veces, una elección a consciencia. El compositor elije trabajar con texturas, con el sonido, con material tonal, con poca nota, con muchas, con casi todas… ¿Y cómo se fundamenta esa decisión? Con un contundente “¡Porque si!”. Otras respuestas serían “porque estudie en determinado lugar y no en otro”, o “porque me gusta la música de alguien en particular”, o por el engañoso “la obra me lo pide”.
Para mí una buena respuesta es: porque me impregné de la música que se hace en el barrio, en mi época. En otras palabras: hago lo que puedo con lo que me toca. Como le pasaba a Mozart o a los Pibes chorros. Algunos tienen más prensa, eso sí.

 

 

 

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¡Viva la música!

[gtranslate]Un videito casero para todos mis amigos en su día. Una hermosa canción holandesa sobre el amor y los trenes que dice:

Ayer nos dimos el primer beso, y me encantó,
pero estaba preocupado pensando en que se me iba el último tren…
trula, trula, trulalá…
si estoy mucho tiempo contigo pierdo el último tren…

Los quiero, amigos, pero el horario del tren no se negocia! trulalaclip

 

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Apuntes de cocina macrobiótica

[gtranslate]La salsa le da un toque de intensidad al arroz plano, y se convierte en protagonista. Se parece a la obra que estoy escribiendo, donde la gamba tiene un momento de intensidad mientras el coro hace la plancha, como el arroz. ¡Qué sería de la salsa sin el arroz, queridos cantantes!

La macrobiótica, que viene de la cocina japonesa, disfruta de incluir en sus platos texturas parecidas al papel: alga nori, papel de arroz comestible, alga kombu. Una vez me regalaron un caramelo japonés para comer con papel y todo. Me pareció una cosa muy moderna y muy antigua a la vez.

La comida es una ceremonia, llena de colores, aromas, sonidos y emociones. Un conglomerado de pequeñas cosas que nos hacen felices. Una parte mínima de ese ritual, se puede comer.

Pintar cuidadosamente la sartén, con una capa finita de aceite, (aceite en otros idiomas se dice óleo). Cuando la sartén está lo suficientemente caliente, colocar las verduras,  cuidadosamente cortadas y combinando bien los colores para tener mejor balance de nutrientes.

Cuando Mercedes me vino a visitar le sacábamos fotos a cada uno de los platos que ella hacía, y después, comíamos muy lentamente… masticando… como si estuviéramos meditando la comida. La masticación es una actividad amplia, cuyo proceso incluye, a veces, la comida.

 

 

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Charlando con Gabriel Abellán

https://labellephysique.wordpress.com/2010/09/28/sentencia/

[gtranslate]El problema de basarse en la propia experiencia para los procesos creativos, es que, por lo general, la propia experiencia, si bien se siente intensa y verdadera, no deja de ser limitada. El mundo es vasto pero nosotros no: el tamaño del mundo pasa por el tamaño de los ojos que lo captan.

La exploración del sonido es, para cualquier compositor, una fuente inagotable de ideas y de recursos, siempre que se puedan dejar los materiales atrás para poder trabajar en un nivel más abstracto. En mi perspectiva, estar muy pegado a materiales determinados, es una fuente de inspiración que se convierte, inmediatamente, en una limitación.
Eso es muy evidente en los músicos que tocan muy bien un instrumento a la hora de componer para ese mismo instrumento. Tienen recursos increíbles, pero no pueden salir del perímetro de su experiencia. Salvo raras excepciones, las obras son muy aburridas.

Un compositor, más ajeno al instrumento, es más libre para pensarlo  desde otro lugar más desprejuiciado.  También la intuición pura del compositor puede ser algo limitado. Siempre se nos ocurren más o menos las mismas cosas. Es difícil salir de la ocurrencia.

La intuición dialoga con la técnica, la del intérprete y la del compositor. La técnica siempre ayuda a imaginar el más allá. Eso si no caemos en el tecnicismo.
Si construimos un cohete para legar a la luna el objetivo es la luna y no la nave. Lo mismo con el contrapunto florido y la armonía espectral. El objetivo es la música. La técnica es un medio.

 

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Estrellas

[gtranslate]Nadie quiere tomar riesgos en el aparato de la música contemporánea: por lo que los programas de los conciertos son “safe” (seguros), en butacas que no son cómodas, son soporíferas. Creo que es una situación general en toda Europa. La paradoja del sistema musical es que si no se toman riesgos se fracasa. Se fracasa lentamente.

Estrellas eran las de antes! diría un astrónomo viejo, devenido representante de artistas.

O se avanza o se retrocede.  Y mientras tanto, nos bamboleamos entre estas dos instancias, manteniendo el equilibrio cotidiano que nos  permite poder ir a comprar el pan de cada día con cierta convicción.

 

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La máquina del tiempo 2

[gtranslate]Cuando compongo, mientras me distraigo con pequeñeces (la armonía, el concepto, la forma, los materiales, etc.) lo más importante sucede por sí solo. Y vienen a mi mente frases típicas de almanaque chino y también de  John Cage (que está muy cerca del tono del almanaque) que dicen que cuando uno se enfoca en algo,  lo importante sucede por otro lado.

Estoy escribiendo “La máquina del tiempo” para piano, violín y trombón. El título podría remitirse a la maravillosa ciencia ficción de H.G. Wells, pero no. En este caso remite a la ciencia ficción cotidiana, aquella de los viajes en el tiempo al pasado personal a través de los objetos.

Mi pieza usa reproductores de casete típicos de mi infancia (década del 70). Los compro en  un sitio de segunda mano online en Holanda, a muy buen precio y con packaging original. Estos reproductores, además de música, nos rescatan cierta atmósfera y tipo de sonido.

https://www.marktplaats.nl/

De adolescente grababa música de casete a casete, usando dos grabadores enfrentados, al aire libre, en la cocina del departamento donde vivíamos. Uno reproducía y el otro grababa. Y toda la familia estaba en capilla, porque todos los ruidos entraban en la grabación.
Estas memorias son parte de la música que estoy escribiendo ahora: una arqueología personal de los sonidos, atados a las experiencias. Si bien el rewind en la vida no existe, nos quedan los recuerdos. Y también la música, esa maravillosa gran memoria del mundo.

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Al Colón

[gtranslate]The reflection itself is a wonder!
It encapsulates in itself some mystery of the universe.
As if reality split and turned away from itself
and got shut in as in prision, or
as thought it was laid to rest in the grave.
As though it no longer belonged to this world.
The impossibility of bringing together life and death is thus fulfilled.
Of having them together.
Of course, as part of an illusion or at play.
The feeling that we can touch eternity. Staying alive.


Let the Artists Die, Tadeusz Kantor.  (En español se tradujo como “Que revienten los artistas”)

Cuando era adolescente mi mamá me llevó al teatro San Martín en Buenos Aires a ver una obra de Tadeusz Kantor. En mi infancia setentista el San Martín era uno de los íconos máximos de la cultura de excelencia, junto con  el Colón, teatro más importante de ópera en Argentina. Otros estandartes importantes de mi educación cultural fueron la colección de música clásica de todos los tiempos del “Selecciones del Reader’s Digest” que gastamos con mis hermanas en el tocadiscos portátil Winko y la Enciclopedia Británica 1973, ojeada hasta el cansancio a falta de internet.

Sigo con mi relato. En el año 84 fuimos con mi mamá, como dos paracaidistas, a ver una obra de Tadeusz Kantor, quien estaba de gira por Buenos Aires. La obra era en polaco, sin traducción, ya que el texto no era muy importante porque se trataba de un teatro visual tipo operístico. La obra duraba como tres horas, tal vez más.
A las dos nos encantó. Ya habíamos decidido que nos iba a gustar antes de saber de qué se trataba. Pero nos gustó de verdad. Nos llamaba la atención la duración, el contacto con otro idioma y su lenguaje simbólico. Salimos emocionadas del teatro. ¡Un poco aburridas también!

Fue una experiencia profunda. Ese tipo de teatro tan abstracto estaba lejos del imaginario cultural de mi familia, aunque tal vez no tanto. Siempre encontré en mis padres esa cuota de curiosidad y de valoración por lo diferente, que abría mundos nuevos para las hijas. Aprendí de ellos no solo el amor por la cultura, sino la pasión por lo desconocido.

Ahora en Ámsterdam, en el medio de una larga noche de insomnio intermitente, me desperté soñando con Tadeusz Kantor. No recuerdo qué soñé. Redundantemente, el teatro de Kantor es el estereotipo de lo onírico, con sus paraguas y sus coros con sombreros negros de corte  expresionista. Hay un poco de Kantor en cada sueño.

Ahora, décadas después, Kantor me sigue fascinando. Me interesa su teatro visual y como plante la temática de los dobles. Desde la música, yo abordo el tema de los duplicados, con reproducciones de audio y con unísonos. Él en su teatro utiliza maniquíes en escena, que representan distintas instancias de una misma persona (¡otro tema que me fascina!) o personajes alegóricos.

Este texto fue escrito luego de una noche inquieta, llena de emociones, que ahora a la luz del día, con un mate en la mano, no han perdido su intensidad. Pienso en Kantor y en como esas influencias azarosas y profundas de la infancia empiezan a construir un mundo paralelo, con vida propia, dentro nuestro. Años después uno conecta el presente con el pasado que se creía olvidado.

Vamos, venimos, viajamos, nos olvidamos, nos despistamos y en un momento aparece ese recuerdo aislado atado a un mundo propio que estuvo gestándose mientras hacíamos otra cosa. Y damos cuenta de él un día cualquiera, mirando la tele o escuchando esa canción particular.

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