Cecilia Arditto Delsoglio

diario

Barton Fink

Looking forward

[gtranslate]Estoy haciendo un profesorado de Bikram Yoga en Los Ángeles, California. Vivimos, entrenamos y estudiamos sin salir del Radisson Hotel, cerca del aeropuerto de LA. Cuando atravieso la autopista para ir a la cadena de supermercados del barrio, los aviones me peinan, pasando literalmente a pocos metros de mi cabeza. Es muy bonito y dicen que seguro.
Somos muchas personas haciendo el curso, 443, viviendo en esta mini comunidad con aire acondicionado. Los fines de semana vamos en un tranvía de los años 20, a las hermosas playas de Los Ángeles, para seguir estudiando non-stop entre los surfistas chapuceros y las mujeres siliconadas.

No hay muchas oportunidades en la vida de moverse de ambiente, de verse desde afuera, de poner la vida en pausa.  Si la vida es artificio, aquí en LA no hay duda. Estas semanas siento que vivo constantemente en la escena final de Barton Fink, de los hermanos Cohen, cuando el personaje salta de su desde su vida real en un hotel en California a la playa de un cuadro kitsch.
En una escapada fui a Hollywood de visita, y encontré las famosas estrellas de la fama, en un paseo comercial repleto de chucherías “I love”. La fábrica de sueños del mundo me pareció bastante deslucida. Aunque las bambalinas de la fantasía, son en general, bastante decepcionantes, bien lo sabemos los que le dedicamos nuestra vida al mundo de la imaginación. Encontré en el suelo una estrella pequeña, modesta ¡y vacía!

¿Y ahora?

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LAX

[gtranslate]Este es el paisaje desde mi cuarto de hotel en Los Ángeles. Comida orgánica, aviones, profesorado de Bikram yoga (la razón que me ocupa) y cultura indo-americana por nueve semanas non-stop.
Si pienso en cómo contarles esta experiencia a mis amigos, no sabría por donde empezar. Voy por la semana tres y me parece que el tiempo ha desaparecido, no hay como estar exhaustamente ocupado para vivir el presente.

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Muziek als ranchou

[gtranslate]Con Maria Noel Dourron, a cargo de la puesta en escena de nuestro concierto Muziek als licht, transportando parte de la escenografía en el tren. Nos hicimos un pequeño livingcito en el vagón, con espejo y mesita incluida.
Siempre decimos que va a ser la última vez, pero… ¡la audiencia ocasional, encantada! Por lo menos no nos cobraron una multa, ja ja!

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En mi barrio no pasa naranja…

[gtranslate]Me encantan las máquinas, el mundo mecánico y análogo en todas sus variantes. Me emocionan los ventiladores y el molinillo del café. Me gusta la tele en sí misma, aunque esté apagada.
Me pierdo en una búsqueda literal de objetos en los mercados (reales y virtuales) y debo decir que desarrollé una habilidad especial para acumular bartulerío (¡el gen argentino!). Miro mi preciosa colección en mi estudio en Diemen y pienso en la conexión entre la búsqueda de objetos físicos y la búsqueda de materiales/lógicas sonoros.

Para nosotros, los compositores nacidos en pleno siglo veinti, el tema de los mercados de técnicas musicales, es, la mayoría de las veces, una elección a consciencia. El compositor elije trabajar con texturas, con el sonido, con material tonal, con poca nota, con muchas, con casi todas… ¿Y cómo se fundamenta esa decisión? Con un contundente “¡Porque si!”. Otras respuestas serían “porque estudie en determinado lugar y no en otro”, o “porque me gusta la música de alguien en particular”, o por el engañoso “la obra me lo pide”.
Para mí una buena respuesta es: porque me impregné de la música que se hace en el barrio, en mi época. En otras palabras: hago lo que puedo con lo que me toca. Como le pasaba a Mozart o a los Pibes chorros. Algunos tienen más prensa, eso sí.

 

 

 

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Volveremos… ¿y seremos…?

[gtranslate]Mis últimas obras están basadas en medios analógicos, sean un grabador a casete o una escoba. Estoy con un pie en este mundo sesentoso, porque los objetos tienen para mí la significación de haber sido los protagonistas de mi infancia. Los tocadiscos, cassettes, etc., son una historia para mi más vívida que las sonatinas para piano de Clementi. También son “materiales” que tienen que ver con mi época.  ¿Y qué  haré con esta pasado? ¿A qué presente me retrotrae? Son preguntas abiertas.

Tengo la esperanza que las obras mismas vayan contestando estas preguntas. Es un proceso que sigue un movimiento interno que es inmanejable. No me molesta la emulación de otra época. Pero nunca me ha interesado la maqueta, esconderse en otros lenguajes, volver a pisar la misma huella. La nostalgia en este contexto es un término que no me define: una palabra que se refiere a un presente vacío, devorado por un pasado omnipresente.
Los compositores parafraseamos inevitablemente la historia (inmediata o lejana) en nuestro nuevos trabajos. A lo anterior lo veo como un piso móvil, un “starting from somewhere”.

 

 

 

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…mudos dos veces…

[gtranslate]Recuerdo cuando era adolescente y leí por primera vez, en la escuela, “La vida es sueño” de Calderón de la Barca. Tenía 14 años y la visión del mundo en verso de Calderón me emocionaba profundamente. La poesía me ponía en sintonía con un mundo de estremecimientos y temblores. El mundo era un poema.
Con el paso del tiempo mi versión de la realidad se volvió más despojada. Me enamoré de lo blanco, lo simple, con una mirada declaradamente antipoética como sinónimo de despojo. Decir que algo es poético -como la música de Sciarrino- se volvió un insulto. Pensar en comparaciones y metáforas para referirse indirectamente a algo, se volvió algo ornamentado. Luigi Nono odiaba los trinos en su música porque eran símbolo de un adorno burgués.

El humor siempre me pareció una forma eficaz de ahuyentar el almíbar de la poesía, prefiriendo las moscas a la miel.

Pero ahora, en la penumbra de la noche que antecede al sueño, en ese limbo viejo de tiempo donde el hoy es ya pasado y a la vez puras expectativas por el después, me encuentro leyendo Sor Juana Inés de la Cruz para un nuevo proyecto.
Y me volví a emocionar hasta las lágrimas. Como cuando era chica y me abismaba el mundo, yo tirada en el pasto, mirando las copas de los árboles desde abajo, movidas por el viento.

Sosegado ya el viento, y dormido el can, éste yace, y aquel –en absoluta quietud– no mueve ni aun sus propios átomos, temiendo hacer, con su ligero susurro, algún sacrílego rumor que, aunque mínimo, profane o viole la sagrada calma nocturna… El Mar, apaciguado su tumulto, ni siquiera mecía sus olas, que son la azul y móvil cuna en que duerme el Sol… Los Peces, siempre mudos, y ahora dormidos en sus lamosas grutas submarinas, eran mudos dos veces…

Sor Juana Inés de la Cruz

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Amigos de lo gratis

[gtranslate]En mi nueva mi mudanza a Diemen, me enfrenté con al placer maravilloso de tirar montones de cosas: apuntes, fotocopias, ropa, zapatos, frascos y libros. Ollas, condimentos, almohadones, electrodomésticos.
Lo mismo hago con la música que estoy escribiendo: limpiar, sacar, tirar… ¿Necesito un batidor de leche para el capuchino? ¿Por qué entra el dulcián después de la gamba? ¿La obra completa de Shakespeare en inglés edición de bolsillo? ¿4 cantantes? ¿Diccionario chino inglés? ¿Una frase de tres minutos?
El amor por lo gratis es siempre carísimo. El amor por lo necesario es más sustancial, aunque lo necesario sea ese anillito de oro que tanto nos hacía falta.

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