Cecilia Arditto Delsoglio

La madre del río by Perceum

música NÚCLEO MÚSICA NUEVA
Entre sonoridades mínimas y poderosas


LA HABITUAL HETEROGENEIDAD estética que caracteriza a los conciertos del NMN adquirió en este último programa* un sólido carácter compacto que atrapó la atención hasta la última pieza. La primera parte tuvo como protagonistas a los miembros del Ensamble de Percusión de Montevideo, Perceum, que abrieron con “La madre del río” (1998) para tres percusionistas, de la compositora argentina Cecilia Arditto (1966). Una obra en la que se exploran sonoridades mínimas y gestos musicales muy contenidos, a través de la articulación de estructuras estáticas que suspenden toda percepción lineal del tiempo.
Como solista, Jorge Camiruaga interpretó -casi en una recuperación histórica de una imagen clásica de las vanguardias en los años sesenta”The king of Denmark” (1964) del neoyorquino Morton Feldman (1926-1987). En esta pieza, un arsenal de instrumentos de percusión ocultan al intérprete, que tiene que desarrollar enrevesadas secuencias de movimientos para materializar pequeñas sonoridades que conectan en estructuras de percepción irregulares que rompen -o rompían-con toda continuidad en el decurso musical.
Cerró esta primera parte el estreno de “Maldita luna” (2003), para percusión y electroacústica, del compositor uruguayo Luis Jure (1960), en una sobria y correcta realización de Ricardo Gómez. Una ejecución que conectó con cierto distanciamiento expresivo y, a la vez, el cuidado en la estructuración formal, característicos del lenguaje de Jure.
La segunda parte se inició con “Pieza IV” (1978), para trío de vientos, de Felipe Silveira (1957), en la que se evidencia claramente la cercanía del compositor a una estética minimista. En esta oportunidad, la versión se destacó por la sólida experiencia y musicalidad de Ana Apotheloz, Mariana Berta y Fabián Pietrafesa. Silvia Suárez (1963) interpretó su obra para piano “Un lugar” (2004), en la que transitó por muchas zonas que son una constante de su lenguaje, también muy cercanas a la discursividad minimista.
Como solista, Jorge Camiruaga interpretó -casi en una recuperación histórica de una imagen clásica de las vanguardias en los años sesenta “The king of Denmark” (1964) del neoyorquino Morton Feldman (1926-1987). En esta pieza, un arsenal de instrumentos de percusión ocultan al intérprete, que tiene que desarrollar enrevesadas secuencias de movimientos para materializar pequeñas sonoridades que conectan en estructuras de percepción irregulares que rompen -o rompían-con toda continuidad en el decurso musical.
Cerró esta primera parte el estreno de “Maldita luna” (2003), para percusión y electroacústica, del compositor uruguayo Luis Jure (1960), en una sobria y correcta realización de Ricardo Gómez. Una ejecución que conectó con cierto distanciamiento expresivo y, a la vez, el cuidado en la estructuración formal, característicos del lenguaje de Jure.
La segunda parte se inició con “Pieza IV” (1978), para trío de vientos, de Felipe Silveira (1957), en la que se evidencia claramente la cercanía del compositor a una estética minimista. En esta oportunidad, la versión se destacó por la sólida experiencia y musicalidad de Ana Apotheloz, Mariana Berta y Fabián Pietrafesa. Silvia Suárez (1963) interpretó su obra para piano “Un lugar” (2004), en la que transitó por muchas zonas que son una constante de su lenguaje, también muy cercanas a la discursividad minimista.
Un fuerte cambio se dio a partir de la interesante “Overnite obstination” (1997), del uruguayo Reynaldo Young (1966), en la que la fuerza rítmica, algunos guiños humorísticos, y la cuidada estructuración fueron subrayadas por la buena interpretación de Lucrecia Basaldúa en chelo. Le siguió “Algún sonido de la vida” (1993), de Graciela Paraskevaídis (1940), de la que no cabe agregar demasiado sobre su trayectoria y calidad musical, las que nuevamente se materializan en esta obra para dos oboes.
El punto más alto del concierto se alcanzó con la interpretación del pianista Miguel Marozzi de “Musica ricercata” (1951/1953), del mítico compositor húngaro György Ligeti (1923). Un extenso ciclo de 11 piezas, donde Ligeti juega con soberbia musicalidad entre seudocitas, el humor, profundidad expresiva y una destacada capacidad para mostrar con aparente simplicidad estructuras de gran complejidad técnica. Estos rasgos fueron remarcados y potenciados por una excelente ejecución de Marozzi, que demostró la capacidad y seriedad con que habitualmente enfoca sus interpretaciones.
ALEXANDER LALUZ – BRECHA 30-VII-2004
“Musica ricercata”, miércoles 21 de julio, 20 hs, Sala Zitarrosa.