Cecilia Arditto Delsoglio

Ockeghem, Johannes

La sortija

[gtranslate]Encontré una partitura circular que creo es de Ockeghem (no estoy segura de que sea de él). La obra es un canon que como un mecanismo de relojería, va encastrando las distintas voces en sucesivas entradas. La armonía del canon es simple, conforma una textura base modal, con un color estático, sin más movimiento que las entradas sucesivas de las voces.

Basada en esta idea quiero escribir una obra donde la partitura sea literal. El circulo-partitura esta proyectado con linternas mágicas en la pared. La imagen central gira, y se va encastrando con otros círculos  menores que a su vez giran. La proyección en movimiento  simula un reloj, mientras el clarinete, también en vivo, toca. La parte genera la música a tocar, pero me gusta pensar que la parte se genera a sí misma. Aunque parezca una combinación casual, los círculos se encastran en los lugares precisos: está todo calculado. Se calculan las probabilidades y como los eventos ocurren en una línea de tiempo gracias a su mecanismo. Elegí también, como  Ockeghem, una armonía planchada, en mi caso cromática, tipo wall-paper.



A Ockeghem le gustaba el enigma, plantear acertijos que hasta el dia de hoy no se han dilucidado. A mi me gusta lo sobre-explícito, la típica persona que te dice que hay en el regalo antes de que lo abras (¡sólo en la música, en los cumpleaños noooo!).
Creo que la sobreexposición no deja de ser también una forma de confusión. Cuando está todo (todo) sobre la mesa lo simple se vuelve complejo, lo explícito borroso.

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Mi Mimí

[gtranslate]Algunos comentarios sobre la Misa Mi-Mi de Ockeghem extraídos del libro Music in the Renaissance de Gustave Reese (traducción a la criolla).

La obra no tiene énfasis en la imitación, la simetría o el contraste, aunque tampoco carece de ellos. Los intentos exteriores de darle forma a la composición musical son secundarios. La importancia está en la construcción en si misma. Las líneas melódicas individuales son amplias, intensas, casi improvisadas.

Nacida en los 60, siempre me pareció que la época que nos toca vivir es conservadora y cuadrada. El mundo moderno es simétrico, explicado, ordenado, intenta ser lógico. Todo tiende a la simplicidad y a la uniformidad. Las opciones en apariencia son infinitas, pero en Europa todo el mundo tiene los mismos muebles, todo el mundo usa la misma ropa y come casi exactamente lo mismo.

La música es parte de esta gran tienda virtual. Hay pocas cosas que nos emocionen, nos sorprendan, nos cambien la vida. Todo tiende a conservar la vida tal cual es. El verbo conservar está en su esplendor.
La música siempre fue importante porque es una ventana, un indicador sensible de todo lo que pasa. No es un decorado ni “fun”. Es un catalizador social. Si la música es un decorado, es porque el resto de lo que pasa alrededor de ella es superficial. La música no deja de ser un reflejo incondicional e ineludible de lo que sucede a nivel social. La música es un espejo sensible que refleja el mundo a la perfección. Que no me guste el resultado no significa que no sea eficaz.

Mantener el status quo, los festivales, los ensambles obsoletos, la híper-complejidad ingenua, no es una actitud política muy diferente de la que sostiene sistemas financieros y bancos. Todos aportamos nuestro grano de arena. Sí, nos están estafando y lo seguimos alimentando, depositando nuestro dinero y nuestras corcheas en un sistema cuadrado, exprimido.

Y seguimos creyendo porque es más fácil…

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Atriles

Johannes Ockeghem, premier chappellain, with his singers, posthumous miniature 1523 (Ms. fr.1537 fol. 58v der Bibliothèque Nationale, Paris)

[gtranslate]En la pintura se ilustra una práctica musical habitual del siglo XV. Todos los cantantes leen la música del mismo libro, pero cada uno en un tono y tiempo distinto según las indicaciones (claves) para su voz. Todas las particellas están en la misma página. Se cree que el maestro es el mismo Ockeghem, que dicen que tenía una voz hermosa.
¡Me dan ganas de estar adentro de ese cuadro! ¡Hago la gran photoshop y canto el tenor!

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Paráfrasis

[gtranslate]Ockeghem utiliza un procedimiento de composición llamado parafraseo que consiste en reformular materiales musicales existentes una y otra vez.

En el Kyrie de su misa Pro defunctis o Réquiem, utiliza el canto gregoriano como base de la composición. Esta vez no lo utiliza en el bajo sino en la voz superior reformulandolo nueve veces seguidas, una a continuación de otra. Hay cambios de distinta índole: en la línea melódica, en la armonización con respecto a las otras voces, en la textura vocal -cantidad de voces utilizadas-, etc.

El concepto de paráfrasis es diferente al concepto de variación. La variación en música implica un original que va mutando sucesivamente, que asume un punto de partida y a partir de él, una sucesión progresiva de cambios. Las variaciones pueden no seguir un orden entre si, pero hay claramente un material originario.

La paráfrasis es un procedimiento distinto a la variación, ya que se basa en la reformulación de lo mismo (en este caso el canto gregoriano) una y otra vez, yendo y viniendo de un original que en definitiva puede ser cualquiera de las versiones.

En la música de Ockeghem el concepto de imitación entre las voces no existe, algo difícil de pensar para nosotros, ni tampoco la idea de desarrollo donde una cosa lleva a la otra. Los elementos de repetición que le van dando cohesión al discurso musical funcionan a un nivel más estructural, originados por el mismo procedimiento, pero con una lógica descentralizada, menos lineal.

Una versión espectacular del Réquiem de Ockeghem es la del ensamble Organum bajo la dirección de Marcel Peres (¡¡que manera creativa de hacer música antigua!!) En esta versión el Réquiem esta transpuesto a un registro más grave que el habitual, lo que hace de la armonía (todas las voces son masculinas) una experiencia tímbrica y textural diferente.

Inspirada en Ockeghem, compongo Spiegeltjes, piezas para clarinete, cinta y linternas mágicas.

 

 

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El error como fuente de inspiración

[gtranslate]El ejercicio de extrapolación de siglos es una gimnasia interesante, ya sólo sea por emplazar ideas viejas en nuevo contexto o simplemente por el mal entendimiento de los mecanismos del pasado que terminan generando un pensamiento nuevo.

 

El pasado remoto me trae hoy un compositor nuevo, se trata de Ockeghem y su misa Prolationum. Esta misa para cuatro voces está basada en un solo procedimiento constructivo: el canon. Las distintas secciones de la misa se articulan utilizando cánones superpuestos en distintos tiempos y claves (modos).

 

Es una obra de escritura sintética. La partitura es una serie de “papelitos”, cada uno incluyendo una línea melódica individual (particella). Cada melodía es leída simultáneamente por dos cantantes, quienes tienen indicaciones especificas, diferentes para cada uno de ellos, que indican el modo de trasposición y el tempo.

Comparación de la escritura antigua y moderna

Este tipo de escritura era común en la música del siglo XV. Hay que salir un poco del asombro naive de la extrapolación de épocas del tipo ¿cómo hacen los chinos para leer chino? En la Misa Prolationum, Ockeghem lleva estos artilugios a su extremo por puro amor al “puzzle”, pero en líneas generales, estos eran recursos que los cantantes entrenados manejaban con facilidad.
Ockeghem, como todos los compositores de su tiempo escribían “las partes”. No existía la escritura de la obra completa con las voces alineadas verticalmente, concepto totalmente ajeno a la época. La superposición de las voces se da en la cabeza del compositor y en la misma práctica de la música, donde cada uno sabe que tiene que hacer en función a su línea y en relación a los demás.
La práctica incluye también saber que notas son posibles y cuales no. Por ejemplo, evitar la quinta disminuida, es algo sabido en el estilo, información que tampoco no hace falta escribir.

Arde Londres de nuevo

El mecanismo del canon utiliza la entrada de la misma voz sucesivamente, separada por un lapso de tiempo. Las entradas escalonadas producen necesariamente una imitación y por lo tanto hay una sensación de motivo, un concepto nuevo en la música de esta época. Al superponerse las sucesivas voces del canon, la línea melódica se pierde en ese juego de espejos desfasados. La yuxtaposición de las líneas melódicas originan una nueva textura donde lo individual se borronean.
Ockeghem utiliza la técnica del doble canon en esta misa, donde se van alternando siempre dos voces distintas con sus respectivos cánones.
Escuchar dos voces totalmente independientes es un ejercicio imposible, y cuando el entramado se duplica a las cuatro voces, entramos en un tipo de experiencia psicótica: superposición de lo mismo con lo mismo. Se originan texturas corales complejísimas y muy difíciles de seguir a nivel lineal. Es una experiencia perturbadora.

Lo melódico en sí.

Cada línea del canon es una línea melódica variada que fluctúa. No hay repeticiones de frases ni material motívico, sólo una deriva melódica en constante cambio. Las melodías son cantabile pero difíciles de reproducir, ya que desde su origen, por el procedimiento de varietas, se evita exprofeso todo anclaje pronunciado en la memoria. Cada voz de la misa discurre con su largo aliento incluyendo pausas individuales, para reencontrase con las otras voces al final de las grandes secciones. Es un derrotero con una larga y zigzagueante deriva, independiente, pero a la vez siempre dentro del barrio, fluctuando en unos limites cercanos.

La repetición sin cabeza

La combinación de la polifonía “atemática”, es decir estas melodías sin personalidad marcada, con la técnica del canon – técnica de la repetición- crea una paradoja en la escucha: se repite algo, pero algo que no es totalmente claro en sí mismo, se repite un fantasma.

 

Y así como el concepto melódico en estado puro prescinde de la idea de identidad melódica, el concepto de repetición también prescinde de un original definido. Lo melódico impera sobre la melodía, y el proceso de repetición sobre lo que se copia. Lo melódico y la repetición generan una escucha extremadamente abstracta que atiende a los procesos más que a los objetos musicales en sí, como serían las melodías y motivos.
La construcción de la música a través de cánones abre preguntas (preguntas modernas) sobre el concepto de identidad y repetición. La música de esta época, así como la de los siglos anteriores (escuela de Notre Dame) esta basada en las estructuras formadas por eventos individuales que se disuelven en el todo. La construcción impera sobre el detalle, como una catedral gótica.

Les recomiendo el artículo La musique Renaissance (le Requiem d’Ockeghem) del arquitecto Christian Ricordeau que discute estas ideas basando en el concepto de la paradoja en la escucha. La página está en francés y cuenta con gráficos ilustrativos que son interesantes en sí mismos. http://www.quatuor.org/musique06.htm

 

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